Llega un momento en que comprender la esencia de la vida, deja de ser un interés y se convierte en una necesidad imperiosa. Es un momento santo, ya que cuando algo nos resulta imperioso, nos comprometemos con ello de forma intensa y estable; así es posible superar uno a uno, con el tiempo, los muchos obstáculos. La esencia de la vida no puede ser contactada, sin que la esencia de uno mismo sea contactada.

El viaje requiere transformar nuestra personalidad hasta convertirla en un receptáculo de lo más sutil, verdadero y eterno, el alma.

El alma es esa parte de ti que te llama, que te espera, que te ama y que no cede; que no te olvida aunque la olvides, ni te da la espalda aunque la niegues. Es fuego que se manifiesta como vitalidad en tu cuerpo físico, como amor en tu cuerpo emocional, como inteligencia y voluntad en tu mente. Lo es todo, es la vida que permanece más allá de todos los cambios, más allá de la muerte del cuerpo…

Es ella quien acude cuando el ego derrotado se abre y amorosamente le insufla fuerza.

Es ella quien te susurra qué, cuando, con quien, por donde y hasta donde, cuando entrenado a escucharla, sonriente le obedeces.

Acercarse al alma es manifestar la autenticidad. Para ser auténtico hay que liberarse de ataduras y condicionamientos. Así el viaje, es un viaje a la libertad.

Liberarnos no es separarnos de los demás, ni dejar nuestras obligaciones, es relacionarnos bien con los demás y cumplir bien con todos nuestros deberes. Liberarnos requiere voluntad, disciplina, constancia y orden.

Liberarnos es ocupar nuestro lugar, ser conscientes de nuestras interdependencias, comprender que a mayor responsabilidad mayor orden, a mayor orden menor número de conflictos y más posibilidad de que el amor se manifieste.

Veamos a vuelo de pájaro la relación entre Leo, el corazón y el amor. Leo está representado por un león, el rey entre los animales. Nos dice el Maestro Tibetano que el hombre que asciende a su corazón (Anahata, cuarto chacra) es el rey de su naturaleza inferior ( los otros tres chacras, representan los instintos, los deseos y los aspectos de la mente vinculados a la identidad del ego: roles, creencias, preferencias personales). El amor lejos de ser ese lío emocional de apegos y naufragios, posesividades y desgarros es contacto a través del autogobierno y la auto transformación con el alma.

El Maestro Tibetano también nos advirtió que el mayor salto que puede dar la humanidad, se dará cuando en masa un número grande de personas de bien, asciendan a su corazón. Cuando eso ocurra, los que ya habían alcanzado su corazón darán otro salto, y todos ellos unidos elevarán al conjunto. El momento es ahora.

Emplear el mes de Leo como lo que es, una gran oportunidad, favorece el proceso. Leo rige lo que en la sabiduría poéticamente se denomina “la entrada a la gruta” se refiere a la entrada a la gruta del corazón, la cueva del león, concretamente el diafragma. El pasaje entre Manipura, el tercer centro y Anahata el cuarto es el viaje entre la nobleza como ideal y la nobleza como realidad, aquí, ahora, en mis acciones, mi sentir y mi palabra. La enseñanza de las edades es clara, rotunda… el aspirante que se interioriza y medita cada día ingresando a la cueva, se transforma en la cueva y emerge con el tiempo con la dignidad y la nobleza del león.

El tránsito es entre lo lunar y lo solar en nosotros. Una de las dimensiones ineludibles es el trabajo sobre nuestros vínculos muy cercanos, el tránsito desde los apegos y condicionamientos familiares, hacia a la total responsabilidad sobre la propia vida. Es así de simple ( y así de complicado) sólo llegamos al verdadero amor liberándonos de lo que lo opaca: la dependencia lo opaca, la separatividad también.

Poner orden en nuestras relaciones puede que no sea una tarea fácil, pero la recompensa es inmensa. El amor verdadero es la recompensa.

Veamos las actitudes que puestas en práctica, disuelven apegos y confusiones, permitiéndonos la autenticidad, esa libertad responsable y verdadera que abre de par en par las puertas al amor.

1. Agradezco a mis abuelos y antepasados la vida de mis padres y mi vida.

Comprendo que la mejor forma de ocupar mi verdadero lugar, es entender que pertenezco a este sistema familiar por resonancia, los asuntos pendientes del sistema ( cargas, omisiones, abusos, errores) me muestran mis lecciones pendientes.

Honro a mis antepasados resolviendo los conflictos en mí.

Aprender me devuelve la inocencia.

2. Me libero de la sensación de que mis padres han fallado conmigo.

Los dejo libres de mis reclamos, hicieron lo mejor que supieron con la consciencia que tenían.

Lo agradezco.

3. Me asumo más y más cada día.

Reinterpreto mi pasado, me hago dueño de sus significados.

Me reconozco como autor de mi presente y de mi futuro.

Celebro la responsabilidad, ella es el verdadero poder.

4. Me libero de la falsa creencia de que mi felicidad depende de mi pareja.

Me libero de la falsa creencia de la felicidad de mi pareja, depende de mí.

5. Mi felicidad se vincula a ser fiel a mi esencia, el alma.

Sigo mi camino, con los cambios externos y las transformaciones internas que ello requiera, me comprendan o no.

6. Veo claramente que ser auténtico, es el mejor regalo que puedo ofrecer a mis hijos ya que así los habilito a que sean fieles a sus corazones.

Así como yo no pertenezco a mis padres, ellos no me pertenecen.

Mi alma saluda a sus almas.

7. Viajo a la libertad.

Apoyo a los demás en su viaje a la libertad.

En la libertad, el amor adquiere todo su esplendor.

Si algunas nos resultan evidentes y otras muy, muy difíciles, hemos leído con la profundidad de quien es salvajemente honesto… 
 
Sepamos o no cual sería el siguiente paso, en todo caso, siempre, siempre podemos estar presentes, respirar y aguardar a que el amor nos muestre el camino… 
 

ISABELLA DI CARLO

Psicóloga y Escritora

Para saber más: www.isabelladicarlo.com 

 

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