La Noche Buena es la del 21 de Diciembre, no la del 24. El Solsticio es el sagrado momento en que nace el Salvador. El Salvador para la tierra es el Sol, en el Solsticio cambia de dirección, viaja hacia el Norte. Jesús nace en un momento astrológico especial, al igual que Buda ( Luna Llena de Tauro) porque los grandes seres están en conexión a la vida mayor, a un propósito mayor; nada ocurre al azar.
Como meditadores podemos sintonizarnos a esta ventana de oportunidad, la alineación hoy tiene el refuerzo de la conjunción Saturno-Júpiter, (literalmente: la Estrella de Belén). Podemos conmemorar el nacimiento histórico de Jesús como Él lo sugirió, participando activamente, sabiamente, del nacimiento de la nueva cultura que emerge de esta inmensa crisis.
Si abrimos de par en par nuestro corazón, la pureza, la inocencia, la cordialidad, la ternura, implícitas en el nacimiento en Belén, nos darán el campo magnético que hará a nuestra personalidad afín al alma. El alma podrá, descender; podrá hablar en nuestra palabra y acariciar con nuestras manos. Ese es el romance por excelencia, la historia de amor que anhelamos desde siempre.
El Nacimiento en Belén, no es otra cosa que el nacimiento a la Luz del alma. Si meditamos hoy, día del Solsticio de Invierno, conscientes de que miles y miles de personas se enfocan, meditan, oran, favorecemos el nacimiento de todos a la luz. Sólo la luz ( inteligencia altruista, compasión) disipará la enfermedad y el sufrimiento.
Si hay más luz en uno de nosotros, hay más luz en el mundo.
Capricornio nos da la persistencia inquebrantable de ascender a la cumbre, la cumbre nunca fueron los logros sociales, ni el dinero o el poder, la cumbre es el alma.
Sembremos hoy nuestras mejores intenciones (quizás con un pequeño ritual podemos escribirlas y revisar lo escrito en el próximo solsticio). Si las regamos cada día con el agua del compromiso y las nutrimos sin tregua con la luz de lo bueno, un corazón rebosante de amor será la recompensa.
No hay mayor tesoro bajo el cielo.
Isabella Di Carlo
