EL FESTIVAL DE LA LUNA LLENA DE LOS NIÑOS

El Festival de la Luna Llena es una invitación a educar a los niños en la conciencia de pertenecer a la naturaleza y a sincronizar nuestros ritmos con ella. Nosotros, los seres humanos, también somos naturaleza, nos activamos en el día, descansamos en la noche y nos influyen las estaciones del año. Son ritmos del Sol que ordenan nuestro actuar. Asimismo nos influye la Luna.

Celebrar con los niños el momento de su máxima expresión los invita a sentirse parte de un todo mayor, a reconocer que existen ritmos sanos e inteligentes del que son parte, sentirse pertenecientes y sintonizados con esta naturaleza grande que son los astros y el Universo entero.

El Festival de la Luna Llena de los Niños consiste en realizar al modo de cada familia, un pequeño ritual con ellos, celebrando a la Luna con alegría y gratitud, observarla con calma entregando a los niños el espacio para sentirla.

Con los niños, no hay necesidad de explicarles tantas cosas o indicarles qué hacer. Más bien ellos con la magia de su pureza, lo integrarán a partir de observarnos realizar cada acto con conciencia, amor …y disfrutándolo!

La Celebración

Proponemos realizar con los niños el siguiente ritual. Los niños bajo nuestra compañía y guía. Y nosotros, bajo la compañía de nuestra profunda presencia amorosa y en contacto con la realidad trascendente.

  • Salir afuera a observar la Luna (un ratito, no aguantan mucho los niños).
  • Al entrar a la casa tener cositas ricas para comer, compartir y disfrutar.
  • Previamente dejar instaladas velas para que, al entrar a la casa, las prendamos y estemos iluminados con luz natural. De este modo creamos una atmósfera especial de ceremonia y recogimiento, y simbólicamente inspiramos el contacto de ellos con su propia luz.
  • Comiendo cositas ricas contarles el cuento de la Luna Llena del mes. El cual se entrega a continuación y contiene metafóricamente (a modo niños) los contenidos asociados a las características de la Luna Llena del mes.
  • Cantar con ellos una canción que para nosotros como padres contenga algún sentido que queramos entregarles a los niños.
  • Se agradece a la Luna, al Sol, al Universo, a Dios, a la Vida (o como guiemos nuestras creencias) y se les pide, en lenguaje de niños, que iluminen de amor nuestro camino.

 

LUNA EN ACUARIO

“El Río de todos los Amigos”,

Había una vez un niño que era amigo de la Luna. Era la mañana y la Luna ya se había ido, el niño aún dormía cuando de pronto, sobresaltado, entró el saltamontes, que era amigo del niño.

-Amigo amigo despierta! nos tienes que ayudar!- le dijo el saltamontes con voz apurada, buscando despertarlo.

Al parecer se habían dañado los riegos automáticos del jardín y el agua salía y salía sin parar, formando una poza que estaba a punto de inundar la ciudad de los cienpiés, los túneles de las hormigas y las guaridas de los chanchitos de tierra. El niño se levantó de un salto de su cama y en un segundo ya estaba en el patio mirando el agua aposada. Por un momento, se asustó, no supo qué hacer.

Menos mal que el niño vivía en una ladera, a los pies de la Cordillera de los Andes, entonces el terreno inclinado hacía que el agua pudiera correr solita y así escurrir. Entonces al niño se le ocurrió!

-Aquí debemos hacer que el agua escurra- le dijo  a su amigo saltamontes- incluso podríamos formar un río que cruce todo el jardín!- le dijo el niño ahora con entusiasmo. -Pero lo más importante –le aclaró- esta es una tarea de todos, debemos construir juntos este río, porque yo solo no puedo- explicó el niño con claridad. –Hay muchos canales subterráneos y lugares a los que no accedo, no alcanzo a ver y en eso ustedes, los bichitos, son esenciales en el trabajo.

De inmediato apareció su amigo culebrín, quien ya sabía de lo ocurrido y se encargó de convocar a todos los bichitos del jardín y explicar que era una tarea importante y que se debía trabajar en conjunto para poder construir algo grande y firme. Rápidamente llegaron todos los bichitos del jardín a hacer entre todos su parte.

Al llamado también acudieron los pajaritos, llegaron los chincoles, las tencas, unos cachuditos incluso un pájaro carpintero, quienes comenzaron a despejar el terreno sacando los palitos que obstruían el paso del agua, quedó totalmente despejado. Luego se dieron cuenta que todas esas ramitas les servían para renovar sus nidos, asi que quedaron felices. Los zorzales también hicieron su parte, comenzaron a picar con su piquito la tierra. En el camino que habían demarcado los caracoles, los zorzales se dispusieron en hilera, y así como si estuvieran buscando un gusanito para comer, con su pico cavaron todo el surco por donde iría el cauce de este nuevo río.

Como habían raíces del pasto y de las plantitas, que podrían frenar el flujo del agua, los ciempiés, los gusanitos y los chanchitos de tierra comenzaron a mover las raíces con amabilidad y dulzura. Los escarabajos removían la tierra, los grillos la sacaban del surco, los palotes la llevaban a las plantas cercanas mientras que las libélulas con las mariquitas la llevaban volando a plantas más lejanas. Finalmente las hormigas la esparcían la tierra. Todos juntos, los bichitos unidos fueron dejando el cauce despejado y amplio. Luego llegaron las abejas, quienes sabían que el trabajo con la tierra no era su especialidad, entonces decidieron colaborar llevando miel para todos y así motivaron a los esforzados bichitos a tomarse un descanso para saborear algo rico.

También llegaron las lagartijas a colaborar. Como caminan rápido, fueron las encargadas de ir a mirar cómo iba el trabajo en los diferentes sectores: al principio, al centro y al final de la construcción. El agua debía fluir de buena forma por todas las fases del río. De tanto en tanto, los bichitos les preguntaban si iban bien y las lagartijas con su cabeza hacia arriba y hacia abajo les decían que “sí”, entregando ánimo y seguridad.

Todos estaban felices, cantaban, se reían, conversaron y compartieron como nunca! Las tijeretas, que por supuesto también colaboraban, no tenían idea que las hormigas tenían tantos huevitos a punto de nacer. Se pusieron contentas de saber que aparecerían muchos bebés en la familia de insectos del patio. Llegaron también las mariposas amarillas y las blancas, que se unieron al festín de miel. Ellas movían sus alas para tirarles aire y refrescar a los bichitos trabajadores que estaban muertos de calor. Muertos de calor y de sed.

-No puede ser que el agua se apose e inunde un sector del patio y en el otro lugar del patio los bichitos estén muertos de sed- reflexionó el niño. –Este río que construiremos entre todos- dijo, ahora en voz alta, cada vez más alta- servirá para que todos los bichitos tomen agüita cuando lo necesiten y así nadie más en este jardín tendrá sed!- terminó de decir el niño lleno de entusiasmo.

-Sííííí- dijeron todos los bichitos al unísono, como si se hubieran puesto de acuerdo para responder lo mismo, todos juntos y al mismo tiempo. Cosa que les dio mucha risa, asi que todos comenzaron a carcajear.

Muy entretenidos trabajaron duro todo ese día y el siguiente. Hasta que el tercer día el trabajo estaba terminado. El cauce quedó perfecto, amplio, limpio y despejado para el paso libre del agua. Era un cauce largo, que recorría todo el jardín, empezaba en los riegos automáticos del fondo, cruzaba por el medio del pasto, pasaba por las plantas, las docas, la lavanda y bajaba hacia el patio de atrás, hasta llegar al huerto. Terminaba justo donde estaban las betarragas. El río alcanzaría a regar todo.

Esa noche, cuando estaba todo listo para que el agua comenzara a escurrir, el niño se dio cuenta que la poza estaba casi seca. Había venido el jardinero y había arreglado los riegos, el agua ya no chorreaba. Era una buena y mala noticia. Qué harían? Qué pasaría con el río de todos los amigos? Había sido un trabajo en vano? El niño se sintió triste y desilusionado, creía que no había solución. Pero en el fondo de si mismo, sabía que sí había, que siempre hay una solución, aunque aún uno no la conozca.

-Sí sé que hay una solución, que siempre la hay, aunque yo aún no la conozca- Le respondió el niño a la Luna esa noche, mientras le contaba lo ocurrido.

-Si todavía no sabes la solución es porque aún se está formando por ahí, en algún lugarcito de tu alma- le explicó su amiga Luna. –Ten paciencia amigo, veamos qué podemos hacer.

De pronto el niño se acordó que el agua que alimenta su casa viene de la quebrada de la montaña! Y como su amiga, la Luna, es la encargada de mover las aguas del Planeta, tal vez una ayudita de ella haría que el agua subiera su nivel (como las mareas del océano) y escurriera en mayor medida por su casa, para que pudiera alimentar el querido río construido por todos los amigos.

-Sí, sí puedo- respondió su amiga Luna a la petición del niño. Contenta de ver que el río de todos los amigos podía funcionar. –Eso sí- le dijo la Luna-, es muy importante que todos los días ustedes, todos los amigos, sientan en su corazón la intención de que esta agüita fluya por su río, así yo puedo recordarle al agua que tome el camino que ustedes le están señalando con su corazón.

El niño comprendió perfecto lo que la Luna le quiso decir.

Al día siguiente, los bichitos se levantaron y vieron con tristeza que ya no había agua en la poza para que fluyera por su río y fueron nuevamente a despertar a su amigo.

-Despierta, levántate amigo!. La poza está seca. Eres tú el niño del agua, el aguador, el que tiene que hacerla fluir- le decían los bichitos.

-Amigos, ahora los encargados del agua somos todos!! –les respondió el niño aún medio dormido. Y comenzó de a poco a explicarles aquello que le había dicho la Luna- El flujo del agüita es algo que tendremos que mantener entre todos, con la luz de nuestro corazón, siempre, día a día le debemos mostrar al agua el camino que queremos que siga- les señaló el niño.

Cuando les terminó de explicar, los bichitos estaban felices y agradecidos. La Luna los ayudaría, pero todo dependería de su compromiso. Comprendieron entonces que el agua vendría de ellos mismos y de las intenciones de todos los amigos unidos, y que la Luna estaría atenta a ayudarlos día tras día. Se sintieron muy contentos, apoyados y dispuestos a tener su corazoncito atento para señalarle al agüita que corriera por el río de su jardín.

Todos los amigos se comprometieron a cumplir las indicaciones de la Luna y confiaron todos en todos, sus caritas brillaron de alegría e inmediatamente así lo hicieron. Al instante, al lado de la cama del niño, todos los amigos bichitos y también el niño, cerraron sus ojitos y desearon con su corazón que el río estuviera lleno de agua, imaginaron el río de los amigos lleno, lleno de agüita transparente y alegre, bajando por el pastito y las plantas hasta llegar al huerto. Y la Luna los escuchó! Luego abrieron los ojos, dijeron gracias y como si se hubieran puesto de acuerdo, todos, incluido el niño, salieron corriendo a mirar cómo estaba el río.

Con alegría vieron que el río estaba rebosante de agua! Efectivamente, tal como lo habían imaginado, ahora el río fluía caudaloso, el agüita limpiecita y contenta corría por cada surco que ellos habían construido. El río cruzaba todo el jardín, tenía mucha agua, refrescaba todo a su paso: regaba las plantitas del patio de adelante, bañaba el pastito, mojaba las docas, bajaba y seguía por el lado de la casa hacia el patio de atrás. Allá bañaba los helechos, el romero y llegaba al huerto, regando las lechugas, las habas, las arvejas, el orégano y las betarragas.

El agua brillaba con el sol y cantaba el eco del río, que se escuchaba en todo el jardín. Era el sonidito del agua al topar piedritas, raíces y ramas, haciendo ondulaciones y pequeños remolinos que se divertían buscando nuevos caminos para seguir avanzando. Tras su paso, los bichitos se iban acercando a tomar aguita. Nadie más en el patio tuvo sed nunca más. Los pajaritos también se acercaban a beber y, cerca de la lavanda, donde hicieron un surco más amplio, se formaba una pequeña lagunita donde los pajaritos se detenían a bañarse y a jugar, tirándose agua con sus alas. A veces, con este salpicar de agua, se hacía un arcoíris que todos disfrutaban!

Y así, los bichitos unidos mantuvieron el río siempre con agua porque día tras día, fueron cumpliendo su compromiso. Todos, todos los amigos mantuvieron siempre en su corazón la intención de que el agüita fluyera caudalosa por el río que habían construido tan felizmente entre todos.

CONSTANZA BERRÍOS GUZMÁN

Psicóloga

ilustración de Portada: Pascal Torreblanca Berríos, 10 años

 

 

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